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32 Había allí un hato de muchos cerdos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejara entrar en ellos. Él les dio permiso. 33 Entonces los demonios salieron del hombre y entraron en los cerdos, y el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó.

34 Los que apacentaban los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron y dieron aviso en la ciudad y por los campos.

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